Cine

El valor de la palabra

Cuando el guionista se sienta a escribir, piensa en los matices que pueden enriquecer su escritura. Las primeras palabras siempre irán dirigidas a cumplir con los requisitos técnicos indispensables. En la búsqueda de un hito que refrende las acciones, tendrá que escudriñar las reflexiones más acertadas de los personajes. Es por ello que muchas veces se recurre a la adaptación de novelas exitosas. Porque esas palabras trascendentales se le presuponen a sus personajes. La literatura es un gran proveedor de historias cinematográficas. En estos días vivimos el éxito de crítica y público de la segunda película basada en el universo de «Dune». Una obra literaria con fanáticos, y no tan creyentes, que ha marcado la literatura de ciencia-ficción. Pese a que siempre puede haber debate en cuestión de calidad literaria, es el trasfondo narrativo y, sobre todo, el valor de los personajes lo que realmente impulsa que esa obra llegue a ser reseñable. Mismo caso de las novelas de J.K. Rowling, dónde la adaptación de sus películas dejan un sello inequívoco en la retina de los espectadores. El valor visual tiene mucho que decir en su éxito. No obstante, no puedes crear ocho películas, o libros, si no tienes un valor narrativo con el que trabajar. El valor de la palabra, en boca de los protagonistas, será lo que revele la verdad que oculta cada una de sus historias particulares. La confluencia de dichas historias a través del diálogo, nos ofrece un mapa completo de la obra. Se trata de ofrecer una llave al espectador, para que la utilice cuando sea preciso. De este modo evitamos que sea demasiado densa, puesto que sembramos las claves de la resolución de los conflictos. La clave está en la forma en que se exponen los hechos. La calidad y la claridad son compañeras de viaje de todo guionista. Aunque una obra pueda parecer complicada, los matices bien explicados despejan las dudas del espectador.

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